Como ya hemos comentado, a finales de los 70, Jaguar se encontraba en una profunda crisis. Afortunadamente, el piloto y preparador Tom Walkinshaw vino al rescate.
Tom Walkinshaw Racing, estructura fundada en Oxford en 1976, contaba con experiencia previa trabajando con otras marcas como Mazda, pues había inscrito los RX-7 en el Campeonato de Europa de Turismos y, sobre todo, en el Campeonato Británico de Turismos.
La reglamentación Grupo A parecía un terreno ciertamente abonado para un vehículo como el XJS. Su potente motor V12 -el mismo que unos años antes había montado el rápido pero frágil XJC-, que entregaba un par monstruoso, debía ser el punto fuerte de un vehículo que sin embargo, por reglamento, debía tener un peso mínimo de 1.400 kilogramos.
Gracias al buen hacer de los técnicos de TWR, siempre minuciosos y capaces de extraer la quintaesencia mecánica, el XJS iba a convertirse pronto en un rival temible para sus adversarios gracias a sus 5.344 cc que rendían casi 400 cv de potencia.
La temporada del Campeonato de Europa de Turismos de 1982, la primera en la que los Jaguar hicieron acto de presencia, tenía en BMW y sus 528i debidamente actualizados a nivel mecánico a los principales favoritos al título.
Los coches germanos comenzaron con un triplete, gracias a las dos unidades de Eggenberger y la de Juma en los 500 kilómetros de Monza, pero pronto los Jaguar adquirieron velocidad y, sobre todo, fiabilidad.
Tanto es así que ya en Vallelunga, escenario de la segunda prueba, el Jaguar de Tom Walkinshaw y Chuck Nicholson ya fue tercero a la conclusión de la carrera. Sin embargo, no fue hasta la cita en el trazado urbano de Brno, en junio, cuando los “gatos ingleses” subirían hasta lo más alto del podio.
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