El M1 era un concepto novedoso desarrollado por la marca alemana pues contaba con un motor central, algo habitual a día de hoy, pero ciertamente exótico en su época.
Además, fue creado desde cero en solitario por los ingenieros de Múnich, pues en principio la producción en un principio estaba destinada a realizarse junto a Lamborghini, marca más acostumbrada a lidiar con súper deportivos.
El gran artífice del vehículo fue Jochen Neerpasch en 1978. Neerpasch, fundador de la división deportiva de la marca - BMW Motorsport- cinco años antes, estaba deseoso de poder contar con un modelo que se pudiese encuadrar en el Grupo 5 y de esa forma poder medirse de tú a tú con Porsche y su 935.
El chasis tubular de acero era obra de un genio, el italiano Gianpaolo Dallara, todavía hoy el principal gurú en la construcción de múltiples vehículos de competición.
Por su parte, la carrocería fue desarrollada por Gorgetto Giugiaro, un hombre acostumbrado a trabajar con marcas como Ferrari, Maserati o Alfa Romeo; que vistió el chasis con unas preciosas formas elaboradas en fibra de vidrio.
El corazón de la bestia, el motor, iba a ser el motor M88/1 de seis cilindros y tres litros y medio de cubicaje con 277 caballos de potencia que, incluso en versión de calle, era capaz de impulsar al M1 a más de 260 km/h.
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